Solo Dios puede juzgarme
DOI:
https://doi.org/10.5007/1984-8412.2011v8n2p134Resumen
Este trabajo resulta de una investigación que se viene desarrollando hace ya algún tiempo y que tiene como foco de observación el discurso ordinario. Se entiende que el discurso ordinario es efímero y trivial, pertenezca al orden y la ratifique, haga el juego y no se valga de pompa ritual. Por ocurrir de forma espontánea, el discurso ordinario parece ablandar los grilletes y permitir que “todo” pueda decirse. Para su estudio, se estudian con detenimiento las cortas réplicas del diálogo cotidiano, que tienen extensión relativamente corta, responden a una circunstancia inmediata, son poco memorizables, además de que parecen ser evanescentes y sin importancia. En este artículo, se analiza el enunciado Solo Dios puede juzgarme, tatuado en las espaldas de un encarcelado, que al dejarse grabar en una entrevista, con el dorso desnudo, permitía la percepción del tatuaje. Se pretende entender los lazos interdiscursivos y los efectos de sentido que este discurso produce, a la luz de las condiciones en qué ocurre.Descargas
Publicado
2012-04-18
Número
Sección
Artículo